Tuve el papá más malo del mundo

Porque el SEÑOR ama a quien reprende, Como un padre al hijo en quien se deleita. Proverbios. 3.12

Ahora quiero compartir una historia:

En verdad, cuando fui pequeño, cada día pensaba que tenía el papá más malo del mundo, ahora yo con la bendición de Dios, tengo mi familia y creo que mi hija mayor también en ciertos momentos piensa que soy el papá más malo del mundo y ahora hasta mi hija menor en ciertos momentos me dice que soy malo; pero, yo he decidido hacer que lo piensen y que de ser necesario lo sigan pensando así, porque yo tuve el papá más malo del mundo y gracias a que él fue así, yo no estoy detrás de unas rejas ni en la cama de un hospital víctima de una mala alimentación.

Recuerdo que nos obligaba a comer verduras e incluso a uno de mis hermanos le vendaba los ojos para que no vea lo que le daba de comer, viendo tremenda escena, como no iba a pensar que era muy malo, si nos hacía sufrir en cada comida al decirnos que comiéramos todo, que cada uno, hombre o mujer debía aprender a lavar sus platos y dejar limpio su puesto donde comió, luego al cambiarnos de casa, ahora cada uno tenía que dejar bien tendida su cama al levantarse, doblar su ropa y no dejar nada sobre la cama, barrer su cuarto y el fin de semana a sacar brillo al parquet cada uno con su sitio de responsabilidad.

Pensaba que a momentos exageraba y trasladaba su cuartel a la casa porque lo único que faltaba era que hiciera sonar una corneta para que sus subordinados se levanten a pasar lista. Con su disciplina nos enseñó el sentido de responsabilidad, puntualidad, respeto a los demás, humildad, honestidad, pero la verdad yo no recuerdo que el se haya sentado alguna vez antes de cumplir 18 años a darme un consejo y hablarme de valores, imagino que el no sabía cómo darnos una clase de esas, pero con sus actuaciones lo fui aprendiendo día a día, ya que  practicaba siempre los mejores valores y su ejemplo hablaba mejor que un gran discurso.

Cuando me sacó del grupo de amigos a las 11 de la noche y me dio un punta pie en presencia de todos y me gritó que era un vago, en realidad pensé que era muy pero muy malo, cuando le pedía permiso para ir a un baile, él me autorizaba a quedarme solo hasta las 21h00, cómo no resentirme, si a esa hora recién iban llegando los invitados y si contaba con suerte alcanzaba a ver a quienes organizaban el baile, porque sabía que si llegaba pasadas las 21h00, ya debía entrar con cuidado a la casa sin saber de dónde me iba a llegar el grito o el correazo, por todo esto y muchas cosas más siempre pensé mientras fui niño, joven y adolescente que en realidad tenía el padre más malo del mundo, porque cuando debía ir a la escuela siempre me daba lo justo para ir y volver a la casa; pero, eso me enseñó a valorar lo que tenía y compartir con quienes pudiera.

Ahora que han pasado los años, he aprendido que muchos cuando somos jóvenes nos resentimos con quienes solo buscan lo mejor día a día, con quienes lo que menos quieren es vernos sufrir, y nos congratulamos con los amigos de la calle que en su gran mayoría son falsos y dejan de serlo cuando tú decides ser diferente y empezar a pensar por tu cuenta.

A Dios gracias, tengo la dicha de disfrutar todavía de mi padre y ahora quiero que él sepa que le agradezco y que lo amo por haber sido tan malo conmigo, porque eso me ha ayudado a ser responsable con mi familia, y ahora cada vez que lo veo jugar con mis hijas agradezco nuevamente a Dios y le pido que lo siga cuidando para que disfrute de sus nietas lo que creo que no disfrutó con nosotros porque gastó sus mejores años tratando de formarnos hombres y mujeres de bien, por eso y por mucho más solo puedo decir una y otra vez:

Gracias Dios por mi padre, gracias Dios por mi madre, porque fueron malos cuando debieron.
LOS AMO.

Dr. Bolívar Zambrano F.
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